20080611

Cul de Sac

Cul de Sac se origina en Boston, Massachussets, en el año 1990, mezclando las melodías y la idiosincrasia de Jones con la orgía de sonidos electrónicos producidos por Amos. Todo acompañado por una frecuencia angular y espiral de sonido que hace ansiar el próximo segundo de canción. Para formarse, invitan al recién iniciado bajista Chris Fujiwara (también director de cine, escritor y poeta). Sus primeras apariciones en vivo no pasaron desapercibidas, aunque tampoco llamaron la atención de las masas; sólo la de aquellos sedientos de sonido e información sensorial. El aditivo de las películas y textos de Fujiwara en vivo ayudó a que, poco a poco, Cul de Sac se hiciera nombre y ganase respeto como una gran máquina de expresión, perfectamente articulada y funcional. Su sonido sigue una línea bastante frágil, por lo que no dudan a la hora de experimentaciones y búsquedas lejanas a lo habitual de sonidos violentos, ásperos y un poco rancios.
Sus únicos dos miembros fijos (Glenn Jones y Robin Amos) se autodefinen como la banda que lidera un movimiento “salvajemente impredecible, indefiniblemente ecléctico y tercamente progresivo” que critica el “post rock”, y afirman constantemente la satisfacción que les produce crear esta música. En un intento remoto por encasillarlos, se los incluyó en el creciente movimiento del “post rock”, aunque ni ellos ni quien lo escuche con criterio podría estar de acuerdo. Su estilo es propio y verdadero. Por su dirección creadora y sus intenciones musicales, muestran estar muy influenciados por Can, banda ya mencionada y altamente recomendada. Grabaron un disco junto a Damo Suzuki (ex cantante de Can), llamado Abhayamudra, confeccionado a partir de una recopilación de actuaciones en vivo en diferentes ciudades europeas como Belgrado, Frankfurt, Copenhague y Berlín. Todavía estoy introduciéndome a la banda, pero parece ser el disco más interesante y tiene muy buena calidad de sonido.
En 1997, grabaron The Epiphany of Glenn Jones con John Fahey, guitarrista estadounidense conocido desde los ’70 por su “sentimentalismo cósmico”, como él mismo describe. Su guitarra americana primitiva se hace escuchar en este disco, pero deja atrás años del autollamado “sentimentalismo” para volverse dinámico, pesado y confrontador. Un gran disco, lleno de matices bluseros y hasta loops de Miles Davis. Todo reunido formando una gran masa sólida de sonido, acoplado de tal manera que provoca imágenes irreales, de mundos perpendiculares, bidimensionales aunque llenos de vida inteligente.

20080528

The Doors




La puerta se cierra y estamos solos. Ella se dirige hacia la cama para poder sentarse y así sacarse las zapatillas. Yo retraso el momento, me acomodo en mi silla y enciendo el monitor. Intento evitar el contacto visual, parecer distendido, hasta cansado. En la pantalla frente a mi, una lista de trescientos ochenta y cuatro horas, dos minutos y dieciocho segundos de todo tipo de música. Busco, sin prestar mucha atención, hasta que la luz del monitor rechaza a mis ojos cansados. Enciendo un cigarrillo. Su silencio y su mirada fija me llaman cada vez más. Mi cabeza da vueltas, muy drogada y con pocas ganas de razonar. El día entero se derrite y se reduce a ese simple momento de silencio. Sin saber qué hacer con mi cuerpo, encorvo la espalda y apoyo la cabeza sobre el teclado. Ella, silenciosa, se levanta y camina hacia mí. Apoya su pecho sobre mi espalda, besa mi cuello y agarra el mouse. Escucho dos clics y un órgano introduce la acción. Ella levanta su cuerpo y levanta el mío. La consigna tácita de la comunicación estrictamente física se hace evidente. Se sienta serena sobre mis piernas y me toma de la cabeza, a la par de la batería. Necesito sentir menos, por lo que cierro mis ojos con fuerza. La percusión arma un ambiente etéreo, en el que todo flota lenta y estéticamente y el cuerpo se mueve a partir de instintos básicos. Los teclados generan una psicodelia profunda en la que cada tacto tiene un gusto y un olor diferente, combinándose a la perfección con la guitarra distorsionada que violenta un poco esa tranquilidad, haciéndola dudosa y por momentos frenética. Para cuando la canción llega a su apogeo, el caos, impredecible y un poco animal, se apodera de la situación. Con la mirada perdida, la desnudo lentamente, todavía en ese silencio tan aturdidor. La voz hipnotizante de Morrison la toca tanto como yo, mientras Manzarek (tecladista) la incita a arquear su espalda y cerrar violentamente los ojos. Yo me limito a seguir la melodía con mi cuerpo, pegándome cada vez más a ella. La verdadera psicodelia en su máximo esplendor, un momento eterno de lenguaje corporal y besos asfixiantes. Realmente eterno, lleno de matices y detalles.
Si recuerdo bien, esa noche escuchamos los tres primeros discos de The Doors, titulados The Doors, Strange Days y Waiting For The Sun, hasta perder el aliento y sosegar. La ambientación de este grupo norteamericano de los ’60 nos obligó a hacer cada movimiento que nuestro cuerpo hizo durante esa noche. Nada pudo ni podrá superar ese momento de conexión pura entre seis humanos (la banda, ella y yo) que violó las barreras del tiempo y se extendió tan detalladamente en mi memoria hasta hoy.
La música y el sexo son lo único que nos hace animales, naturales y esenciales. No cometamos el error de racionalizar y encuadrar los sonidos. Limitémonos a percibirlos y comunicar, si es necesario, como lo es en mi caso, lo sensorial, no lo humano.

20080520

Mogwai




Stuart Braithwaite, Dominic Aitchison, Martin Bulloch, John Cummings, Barry Burns. Estos cinco escoceses forman, en el año 1995, Mogwai (“criaturas malignas” en cantonés, de la película Gremlins). La banda escaló peldaños en la escena del ridículamente nombrado “post rock” con un concepto claro. Su música, cada tema, es un juego constante de matices y dinamia, combinando momentos de oscuras o acalladas melodías que suenan muy cerca del piso, con explosiones de distorsión, baterías estratégicas y bajos minimalistas, pero potentes y elevados, polarizando la música y jugando con la mente de uno. En varios pasajes se ve la influencia de bandas como The Cure y Slint, por su oscuridad y fuerza.

Tal vez suene estúpido, pero en mi opinión su sonido me remite a un árbol o una persona siendo arrasada por un fuerte e interminable viento.
Saben cómo generar ambiente, especialmente el baterista que dirige a la perfección la melodía aprovechando al máximo matices y acentos.
Creo que por lo ya descrito no es necesario aclarar, pero nunca está de más. No creo que sea una banda para escuchar en grupo ni en una reunión de ningún tipo, salvo raras excepciones que ni imagino cómo serían. Es más para escuchar solo; tampoco es amena para trabajar mientras se la escucha, suele desconcentrar y confundir.

Dicho ésto, me voy a dormir tranquilo. Si quieren conseguir material, escriban “mogwai torrent” y google se encarga del trabajo sucio.

20080510

Tryo




Otra banda francesa actual que llama la atención es Tryo. El nombre puede confundir, pero son un cuarteto: los tres guitarristas franceses Guizmo, Christophe Mali y Manu Eveno, y el percusionista chileno Daniel Bravo. Se inclinan para el reggae, pero al avanzar su carrera, apuntaron a todo tipo de ritmos del mundo. Tienden a componer letras cómicas y la energía positiva que emanan estos tipos es contagiosa, obligando a uno a sonreír o mover el cuerpo simplemente.
Avanzaron de un primer disco más cómico, Mamagubida, dirigiéndose hacia lo poético en Faut qu'ils s'activent, su segundo disco, para luego ponerse más políticos con Grain de Sable; todos exitosos en su modo.

Estando de gira, conocen a la pandilla de circo callejero Les Arrosés y deciden trabajar juntos, dando como resultado el DVD Tryo et Les Arrosés: Reggae à coups d'cirque, publicado en el año 2002.
Son amados por el público francés y europeo en general por su aura ascendente y buena vibra. Se espera con ansias su próximo disco, prometido para septiembre de este 2008.

Le Peuple de l'Herbe



DJ Pee, DJ Stani, Psychostick (Batería) y N’Zeng (trompeta). Le Peuple de l’Herbe. Una de las bandas emergentes más prometedoras en la escena musical francesa. Mezclando Dub con Reggae, Funk, Hip-Hop y Drum n’ Bass, logran un producto energético, de más interesante. Tienen una búsqueda muy clara del sonido y un buen criterio.
Se hicieron fama por sus presentaciones en vivo, formando un público fiel a partir de la energía que irradian en el escenario y el ambiente que generan con su expresión.
Así lograron publicar su primer álbum, Triple Cero (2000), que atrajo buenas críticas de los medios franceses. Luego, sufrió varios cambios de formación, incluyendo la salida de uno de los DJs y la inclusión de bajo y percusiones en vivo.
Hay gente que tal vez no le interesa o no prefiere apreciar este tipo de cosas, pero muestran mucha dedicación a la hora de componer y de “hacer fluir” la música.
El hecho de que sean franceses y canten en ingles va más allá de mi comprensión. Puede ser por fines lucrativos, pero al fin y al cabo la música no sigue ese criterio.
Se recomienda para esas fiestas en las que nadie sabe qué poner y se quiere evitar, por ejemplo, la cumbia o el reggaeton (o como se escriba). Si la gente lo acepta y baila, la casa está en buenas manos, sino estás en una fiesta de mierda.
Si tuviera que relacionarlo con una droga, definitivamente sería el alcohol.

20080506

Radiohead



Estos animales, no sólo de la música sino de la comunicación en general, comenzaron a desarrollar tímidamente en los finales de los ’80, bajo el nombre de “On a Friday”, refiriéndose al único día disponible para el ensayo, un proyecto de características únicas. A medida que pasó el tiempo, lograron un sonido genuino, demostrado en el producto final de 5 años de búsqueda: Ok Computer (1997), en mi opinión, el mejor disco conceptual de la década de los ’90. Su creatividad ilimitada y su capacidad de expresar claramente sensaciones básicas sin caer en lo regular los llevaron al puesto de “banda de culto” rápidamente. La estratégica disposición de cada sonido emitido, su experimentación tecnológica y la emotividad innegable de la voz de Thom Yorke hacen de Radiohead una banda digna de escuchar y disfrutar.
Bandas de este calibre llevan la excitación sensorial a otro nivel, dándole forma, textura y hasta un gusto característico a cada sonido, algo con lo que el amigo Mozart se divertiría mucho.
Otra de las cosas a admirar de esta agrupación es su evolución, siendo una excepción a los clásicos momentos de apogeo y caída de la mayoría de las bandas. Se puede discutir por horas si el último disco (In Rainbows, 2008) es una evolución del anterior (Hail to the Thief, 2003) o si presentó un decaimiento. Yo, personalmente, prefiero lo anterior, aunque es clara la evolución en su sonido, desligándose del gusto personal.

Su material es fácil de conseguir, ya que, como mencioné, son una banda de culto actual.

Can



La primera banda a recomendar es Can, conformada por Michael Karoli (guitarra), Holger Czukay (bajo, máquinas), Irmin Schmidt (teclados, sintetizadores, máquinas), Jaki Liebezeit (batería, percusión) y, dependiendo la época, Damo Suzuki o Malcolm Mooney (voz). Surgen en la ciudad de Köln, Alemania, en el año 1968, para sacar al año siguiente su primer disco: Monster Movie. A partir de éste, un nuevo género musical, por así decirlo, aparece en el mundo: lo que los norteamericanos se vieron obligados a llamar “krautrock”, género donde luego se encasillarían otras bandas, no por relación rítmica o sonora, sino por su rareza.


Ellos tenían sus objetivos claros: deshumanizar la música, tamizándola de todo carácter racional y dejar a la rítmica natural tomar el control. Es decir, ellos nunca buscaron comunicar ni transmitir nada a ninguna persona, sino ser el medio que transmite lo que ya está ahí, pero nadie escucha. Ésto se logró claramente a través de la década del 70, más que todo en vivo, con su exploración rítmica, sus extensivos e hipnotizantes jams, con líneas de bajo que trascienden el espacio-tiempo, baterías irreales, que atacan el oído con millones de brazos mecánicos, guitarras saturadas de naturaleza y sintetizadores provenientes del núcleo mismo de la insanidad. Todo combinado genera un trance atemporal, lleno de espasmos musculares involuntarios y sobrecarga de información sensorial. A esto se le agrega por momentos la voz de Damo Suzuki, cantando tanto en inglés, japonés y palabras inexistentes, o por lo menos desconocidas por el oído humano. Algo importante a aclarar es que el hecho de que tengan cantante no significa que necesiten de palabras para expresar algo que su sonido no pueda, sino que la voz misma funciona como otro instrumento de expresión inhumana.
Podría seguir infinitamente intentando explicar con palabras las sensaciones que esta banda provoca tanto en mi mente como en mi cuerpo, mas me sería imposible expresarlo todo.
Gracias no sólo a su extensa discografía, sino también a su variedad experimental, se presenta como una banda que cubre todas las necesidades sonoras y genera síndrome de abstinencia al suspender la dosis. Hablando de dosis, se recomienda a quienes todavía tienen el oído virgen de Can, escucharlo mientras se disfruta de una rica maconha, preferentemente solo, cosa que su oído no se limite por la opinión ni acotación de un humano. No está entre mis intenciones la promoción del consumo de drogas, pero si de casualidad usted planeaba tener una experiencia lisérgica, es imprescindible viajar con esta máquina sensorial llamada Can sonando en sus parlantes.


Para quien esté interesado, se recomienda leer las siguientes aclaraciones:
Su época más nutritiva, por así decirlo, es desde 1968 hasta aproximadamente 1977-79. Comenzados los ’80, decidieron dejar de experimentar y centrarse en un estilo influenciado por el Funk, lo que en su momento se llamó World Music, rítmica tribal y latina.
Can es una banda que necesita de mucha apertura mental, ya que es un sonido desconocido y extraño, que puede ser ofensivo antes de ser digerido. Por ésto, se recomienda cierta cronología en su escucha: se puede comenzar por los discos Tago Mago, Soundtracks, Delay 1968 y Monster Movie, para luego, una vez digerido y asimilado, pasar a discos como Future Days, Ege Bamyasi, Radio Waves, Peel Sessions y, en mi opinión su mayor creación, Live Music (1971-1977), disco doble que reúne 9 canciones en vivo. Luego, si es su deseo, se puede pasar a conseguir los Bootlegs (conciertos grabados por aficionados, por lo que carecen de remasterización) y demás discografía.
Si encuentran problemas al intentar conseguir por Internet discos de Can, dejen un comentario y yo con mucho agrado y orgullo les alcanzo un dvd con 1 día, 13 horas, 31 minutos y 55 segundos incesantes de sonido.

20080504


Dhaca - Improvisación 1

Ocho minutos de soledad.

Dhaca - Improvisación 2

Sandbox

Discos interesantes y/o destacados

  • 65 Days of Static - One Time For All Time
  • Amon Düül II - Yeti
  • Amon Tobin - Supermodified
  • Ash Ra Tempel - Seven Up
  • Autechre - Peel Session
  • Battles - Mirrored
  • Can - Live Music
  • Cat Power - You are free
  • Ella Fitzgerald - Love letters from Ella
  • Floh de Cologne - Fleissbandbaby's Beat Show
  • Gong - You
  • Jethro Tull - Aqualung
  • Kaly Live Dub - Repercussions
  • Le peuple de l'Herbe - Radio Blood Money
  • Mogwai - Happy Songs For Happy People
  • Neu! - Neu!
  • Ojos de Brujo - Barí
  • Ozric Tentacles - Spyrals from Hyperspace
  • Popol Vuh - Tantric Songs/Hosianna Mantra
  • Soft Machine - BBC Sessions
  • Sublime - 40 Oz. To Freedom
  • Sun Ra - Cosmic Equation
  • The Cinematic Orchestra - Every Day / Ma Fleur
  • The Mahavishnu Orchestra - Birds of Fire
  • Tomahawk - Anonymous
  • Tryo - Grain de Sable
  • Van Der Graaf Generator - The least We Can Do Is Wave To Each Other
  • Vetiver - Vetiver